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Otros admiradores de Morrison

...donde ciertas personas contarán su experiencia mística...

Julio Bustamante

http://www.youtube.com/watch?v=dyOtt8rFexA&feature=related

Javier Ortiz:

Van Morrison se comunica perfectamente con nosotros porque es un grandioso animal... y porque todos nosotros –los vivos, por lo menos– compartimos buena parte de su animalidad. Morrison utiliza la voz como un instrumento más. La voz entendida en toda su extensión: incluidos sus gemidos, sus jadeos, sus pausas, sus repeticiones obsesivas, sus toques de ironía, sus alaridos de dolor, sus explosiones de ira. Más información: http://www.javierortiz.net/ant/ortizestevez/Conferencias/morrison.htm

Wim Wenders, director de cine:

«No conozco ningún otro tipo de música que sea más lúcida, o que se pueda sentir, escuchar, ver, tocar o experimentar de forma más intensa que la de Van Morrison».

Carlos Boyero. El Mundo , 7 de noviembre de 1997

Ese día publicó el fantástico artículo «Sí hay amores eternos. Tú eres el mío»

Aquí está el texto:

«Canta, susurra, gime, ruge, monologa con su alma, vomita sentimientos con inconfundible intensidad, entra en éxtasis y te hace participar de él, es carnal y lírico, su expresión en el escenario es hosca o impenetrable. No necesita halagar al público, insultantemente consciente de su grandeza, y si se mosquea porque algún insensato interrumpe con sus majaderos gritos el arte que nos está regalando, manda a los espectadores a tomar por culo y corta su recital sin dar explicaciones. Su música y su voz llevan treinta y cinco años donando bálsamo a nuestras heridas más profundas. Ideal para escucharlo en días de neblina, lluviosos o luminosos, para ayudarte a pasar la noche, para expresar tu alegría ante la plenitud amorosa y también ante la desolación de la pérdida. Se complementa fraternalmente con el alcohol solitario, melancólico y amargo, pero igualmente puede hacerte tocar el cielo en las buenas copas que tomas con gente querida.
«Tiene feeling, desgarro, pasión, hombría, ritmo y alma. Provoca ensoñación y recuerdos, ganas de vivir, de morir y de sobrevivir. Es sensual, duro y romántico hasta extremos que rozan el delirio. Es el rey Van Morrison, el tipo que mejor ha traducido en música lo que tantos otros sentimos, deseamos, soñamos, añoramos, vivimos o malvivimos en el curso del tiempo. Nuestra entrañas, nuestras sensaciones más íntimas. En mi caso, desde que era un crío.
Canal Plus nos ofreció anoche (son profesionales, concepto hermoso y necesario, me envían antes su concierto) el maravilloso recital que dio Van Morrison en Belfast, cuna del atormentado errante, sus raíces, su vuelta a casa, en febrero del 97. No hay tiempo para la nostalgia, para Moondance, Caravan, Gloria, In the garden. Sólo nos hace la concesión de Into the mystic. Da igual. Le van bien las cosas (se ha casado con una belleza) y empieza asegurándonos que “nadie robará mis sueños en días como éstos”. El monstruo adiposo y enano va enteramente de negro, un sombrero con pluma blanca y gafas oscuras (no confundirlo con un modernillo coqueto tirándose el enigmático rollo de los que no poseen ningún misterio), no necesita hacer movimientos espasmódicos en el escenario (como Sinatra, Dylan, Cohen, Brassens, Ferré, Miles Davis) para demostrarnos su fuerza, el volcán de su espíritu. Insólitamente, nos dedica alguna broma cínica (“Poned la mano en la pantalla del televisor y enviadme un cheque”), se confiesa en público (“No creo que haya nadie vivo que lleve el control de su propia vida”) y define lúcidamente sus últimas canciones (“Suenan como si fueran de los años cincuenta. Y lo son”). Soy feliz.»

Julio Bustamante.

En el disco Sinfonía de las Horas, de 1996, dedica esta hermosa canción a León de Belfast.

Van Morrison, Van Morrison, Van Morrison
me recuerdas la felicidad, la felicidad, la felicidad.
Van Morrison, Van Morrison, Van Morrison
me recuerdas las chicas de mi edad, de mi generación, my generation babys.
Y los niños abrazados a las piernas el domingo en la cocina
esperando el arroz, esperando el arroz, esperando el arroz...
Cuando cierro los ojos aún puedo verlos,
olerlos aún, tocarlos aún
con la punta de los dedos, con los brazos del alma
acariciar sus cuerpos, bañarlos en besos.
Quisiera soñar y soñar y soñar
y no despertar y no despertar.

Van Morrison, Bobby Dylan, Camarón que te vi
me recuerdas...
la libertad total, la libertad sexual, ¡la libertad, libertad!
Cuando la gente vivía sin miedo
a lo que le pudiera pasar, lo que pudieran pillar,
cuando la CIA ni el SIDA nos podían parar,
no nos podían parar, no nos podían parar...
Y todo era vivir al día
y poder amar y con tal y con cual, y con cual y con tal...

Ahora vivo solo, Van Morrison,
y lo mejor, lo mejor, lo mejor, lo mejor
es no saber, no saber
lo que el día traerá, lo que la noche traerá.
[Un nombre inentiligible] Aragón o Milán,
de Altea también, Macarella Sweet Home,
del norte y del sur, del norte y del sur...

Los del norte vienen a tomar el sol,
a quedarse aquí, a vivir aquí.
Los del sur vienen corriendo con el alma en la boca:
huyen de Hassan, sanguinario Hassan, ¡el cabrón de Hassan!

Y todos vienen buscando el buen tiempo,
el Mare Nostrum,
la libertad, libertad, libertad...

Yo he de irme de aquí, yo he de irme de aquí:
está escrito en el cielo
pero te llevo dentro, en el corazón,
te escribiré, ya verás, lo verás, lo verás, lo verás, lo verás.
Mi amor se llama
Marijuana,
soledad, libertad,
libertad, soledad...
Soledad por un tubo, libertad por un tubo.

Y Van Morrison, Van Morrison, Van Morrison
me recuerda la felicidad, la felicidad...

Concha García Campoy.
EPS, página 24.  25 de mayo de 2008.

La periodista elige “A Night in San Francisco” como su álbum imprescindible.

Andrés Montes.
El País. 30 de agosto de 2006.

Ha manifestado su pasión por It's too late to stop now. "Me impactó. Hay quien dice que es el mejor directo de la historia, es del 74 de la gira que hizo por Estados Unidos. Todos los temas son buenísimos, Gloria, Domino o Caravan. Lo tenía en vinilo y hace 30 años me ofrecieron 3.000 pesetas, ahora seguro que valdría un dineral. Es una obra cumbre".

Miguel Ríos
Revista Tiempo, 24-10-2008. Página 68.

“Ahora sueño con que Enrique Morente se encuentre con Van Morrison y hagan un disco juntos. Como conocedor de gargantas, estos dos tíos juntos serían brutales”.

Enrique Vila-Matas

El País, 10 de julio de 2005
El escritor publicó el siguiente texto, dentro de su artículo Cantantes de la vida:

... Yma Sumac debió de ser la primera aparición de lo extranjero en mi vida. Una sorpresa inolvidable, pues nadie hasta entonces me había advertido de que había un mundo fuera de mi familia. Después de más de medio siglo, sigo pensando en ella, ahora en el gran patio de esta vieja posada en la que estoy anotando nombres de cantantes. Yma Sumac es, de entre los que apunto, uno de los pocos de los que estoy seguro que significan algo en mi vida. Es el mismo caso que el de Bob Dylan. Y el de Van Morrison, que sé que será el que cerrará mi lista. Llevo ya muchos nombres y sé que desembocaré en él. En el fondo, es la voz que quisiera tener cuando escribo. Muchas veces en Barcelona, cuando me llegan los frecuentes momentos pesimistas, recurro a Van Morrison y escucho When the leaves come falling down y me parece oírle decir que la vida es una calle de París mojada por la lluvia. Entonces resucito. Escucho a Van Morrison y me acuerdo de una amiga cuyo ideal en la vida es estar por la noche en un bar de las afueras y escuchar la voz de ese cantante y ver las hojas de los plátanos moverse, sentir el viento y mirar cómo pasan las luces de los trenes a lo lejos. Ella no pide más (este estribillo podría ser de Los Beatles).
"Las baladas de Van Morrison", dijo Peter Handke, "contienen el canto de una vieja, una mujer, un niño y un hombre. La voz humana". A exactamente eso quisiera que se pareciera un día mi voz, mi escritura. Mientras tanto, anoto nombres en un patio de Parati, a la sombra, a esa hora que aquí siempre transcurre lenta hasta que de pronto todo es muy rápido y cae de golpe la noche, esa gran noche que es como una samba brasileña.

Paul Williams,
periodista y escritor estadounidense

… la voz de Van Morrison es un faro feroz en la oscuridad, el faro del fin del mundo, cuya luz converge en uno de los himnos del rock más perfectos que conoce la humanidad

Otros personajes que han manifestado su admiración por Van Morrison son Carlos Herrera, el Gran Wyoming, Quique González o Javier Cansado.

 

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