|
|
Barcelona, 27 Septiembre 2002
Poble Espanyol
Lista de canciones
- All Blues
- Celtic Swing
- Sweet Thing
- The Way Young Lovers Do
- Meet Me In The Indian Summer
- Evening Shadows
- Foggy Mountain Top
- Stop Drinking
- Early In The Morning
- Down The Road
- Fire In The Belly
- Have I Told You Lately
- Precious Time
- In The Afternoon
- Streets Of Arklow
- All Work And No Play
- Whining Boy Moan
- Jackie Wilson Said
- Jump Jive And Wail
- Brown Eyed Girl
- Gloria
Duración:
- Ned Edwards - Guitarra
- Bobby Irwin - Batería
- David Hayes - Bajo
- Matt Holland - Trompeta
- Gavin Povey - Piano
- Martin Winning – Saxo
Entradas
Galería de fotos
Fotos © José Irun.
Crítica:
Crónica:
MIGUEL LÓPEZ
Van Morrison abrió las puertas de la música de sopetón. Sin ambages. Sin transición. Como el que enciende la luz y rompe la oscuridad; como el que está y luego no está; nada por aquí, todo por allá, cucú-tras. En pocos segundos, después de los consabidos soplidos de calentamiento, se agacha, coge la acústica y se lanza a un demoledor Sweet Thing. Nos empuja (a la banda y a nosotros) con una fiera determinación y con pulso firme hacia ese territorio llamado Caledonia, donde se dibuja un latido común de belleza. No estamos en una noche de septiembre de 2002; tampoco en otoño de 1968. Estamos en el principio del mundo, In the beginning, estamos en Astral Weeks. Aún no ha nacido el viento y ya nos zambullimos en esa corriente cálida, irresistible, que ha creado ese monstruo con sólo rasgar la guitarra e invitarnos a cerrar los ojos.
Van The Man sitúa el concierto en una cima emocional de la que es muy difícil descender. La intensidad de su voz se vierte a borbotones sobre nuestras cabezas, mientras paseamos por sus dulces caminos, saltamos setos, bebemos agua, vemos los barcos perderse en la distancia, navegando hacia el mañana, contra el cielo azul, y subimos las manos hacia el cielo, contamos las estrellas que brillan en los ojos, descubrimos todo, paseamos y hablamos en jardines mojados por la lluvia y nunca, nunca, volveremos a crecer...
Qué cosa tan dulce.
Y después lo vuelve a decir, pero con la guitarra, con una guitarra que se cuela por todos los poros de la piel y deambula con plena libertad por nuestras entrañas. Pasan unos diez minutos, sí, pero diez minutos astrales, diez minutos que nunca olvidaré. Hemos llegado al orgasmo en un ratito y ahora vamos a hacer el amor. Toda la noche. Creo que después de Sweet Thing tocó otro buen puñado de canciones, pero aún debo organizar mínimamente mis emociones.
Cuando aterrice, si es que lo consigo, intentaré seguir comentando el mejor concierto de mi vida. Pero es que la sorpresa de encontrar justo lo que había ido a buscar... |